martes, 12 de julio de 2011

La evolución de Calpurnia Tate

Título: La evolución de Calpurnia Tate
Autora: Jacqueline Kelly
Editorial: Roca (Barcelona, 2010)
Enlaces de interés:
Pincha aquí si quieres leer los dos primeros capítulos.
Pincha aquí si quieres leer una crítica literaria de la obra y una breve aunque interesante entrevista a la autora.

    La evolución de Calpurnia Tate de Jacqueline Kelly es una novela deliciosa que nos traslada a un pueblo perdido en Texas en el último verano del siglo XIX y los primeros meses del siglo XX.
    Si nos centramos en el título, damos con las claves de la historia: por una parte, Calpurnia Tate, la protagonista que nos narra en primera persona sus vivencias y, por otra, "evolución", que alude al libro de Charles Darwin De la evolución de las especies, así como a la propia evolución que experimenta nuestra heroína de la mano de su abuelo naturalista.
    Y es que Calpurnia, la única chica de siete hermanos,  a sus once años está llena de curiosidad por la naturaleza que la rodea y muy alejada de todo lo que se espera de ella: la costura, la cocina y las lecciones de piano...  Esa particular curiosidad le hará entrar en contacto con su abuelo, un naturalista empedernido, cofundador del National Geographic y gran conocedor de las teorías de Charles Darwin, y trabajar con él codo con codo en su laboratorio, observando especímenes y aprendiendo el método científico. De ahí nacerá una vocación de científica, que está en clara contradicción con lo que se espera de una joven muchacha de principios del siglo XX.
    "Me contó maneras de llegar a la verdad de cualquier tema, no sólo sentándote a pensar en ello como Aristóletes (un señor griego, listo pero confundido), sino saliento a mirar con tus propios ojos; me habló de hacer hipótesis e idear experimentos, y de comprobar las cosas mediante la observación y llegar a una conclusión. Y de verificar luego la fuerza de tu conclusión una y otra vez. Me habló de la navaja de Occam, de Ptomoleo y la música de las esferas, y de que todo el mundo llevaba siglos equivocado sobre el Sol y los planetas. Me habló de Linneo y su sistema para nombrar a todos los seres vivos de la naturaleza, y de que él seguía ese sistema siempre que le ponía nombre a una nueva especie. Me habló de Copérnico y Kepler y de  por qué la manzana de Newton se caía hacia abajo y no hacia arriva. De que la Luna siempre sigue un círculo alrededor de la Tierra. De la diferencia entre razonamiento deductivo e inductivo y de cómo el señor del nombre particular, sir Francis Bacon, dio en el clavo. El abuelito me contó que había viajado a Washington en 1888 para unirse a una nueva organización de caballeros que se autodenominaban National Geographic Society. Se organizaron en un grupo para llenar los puntos vacíos del globo, y sacar al país del lodazar de superstición y pensamiento atrasado en que se quedó atrapado tras la Guerra de Secesión. Todo eran novedades vertiginosas sobre un mundo muy alejado de los pañuelos y los dedales, que me fue revelado con paciencia bajo un árbol entre abejas amodorradas y marchitas flores silvestres." (Capítulo 2, pág. 31) 

    Apto para lectores que disfrutan leyendo narraciones pausadas de estilo realista,  amantes de la naturaleza y de la ciencia y curiosos por descubrir cómo se vivía en un pueblo de América a finales del siglo XIX (son especialmente curiosos los pasajes en los que se narra la llegada del teléfono por primera vez al pueblo o la primera vez que ven un automóvil).
    No apto para lectores que necesiten aventuras constantes, intriga o fantasía. La novela ni nos mantiene en vilo ni nos desvela un desenlace sorprendente, sin embargo hace que nos asomemos por la casa de los Tate y nos sintamos un invitado más a su mesa y un confidente de los anhelos y desvelos de la joven Calpurnia.

    Charles Darwin (1809-1882)
    Charles Darwin, al final de su vida

    Caricatura de Charles Darwin

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